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Artículo de blog por Susana Núñez Lendo

Janet Chemtai se presenta: «Represento a todas las mujeres indígenas a lo largo de la montaña». La montaña es el Monte Elgon, un volcán extinto en la frontera entre Uganda y Kenia. Ella es una lideresa Ogiek, presidenta del Consejo de Mujeres de Chepkitale, y ha sido elegida repetidamente a mano alzada por las mujeres de su comunidad durante varios años.

Desde la época colonial, los Ogiek han enfrentado intentos de expulsarlos de su bosque ancestral, a menudo con el pretexto de protección medioambiental. Janet recuerda un episodio en el que las autoridades forestales dispararon contra los hombres de la comunidad para expulsarlos por la fuerza de sus tierras; una situación extrema que impulsó a las mujeres a asumir un papel más activo en la defensa de la comunidad.

“Creo que, por primera vez, nosotras las mujeres en la comunidad nos dimos cuenta de que cuando un hombre puede hacer algo, una mujer también puede hacerlo. Hay un dicho: Lo que un hombre puede hacer, ¡una mujer puede hacerlo mejor!”, dice con humildad, estallando en risas.

El pretexto de que los Ogiek están degradando las tierras a veces va acompañado de la acusación de que su presencia afecta a la vida silvestre. Janet esboza una coexistencia pacífica:

“En esta comunidad, tenemos animales domésticos como vacas y animales silvestres. A veces nuestros animales se acercan a los silvestres, pero los respetamos. Además, nosotras las mujeres realizamos nuestras actividades en zonas específicas, no en cualquier lugar: somos conscientes de que podríamos dañar nuestro medio ambiente”.

Monte Elgon visto desde Chepkitale, condado de Bungoma, Kenia. Créditos de la foto: Susana Núñez Lendo/FPP

“Hace solo unos momentos, unas cuarenta de nosotras llegamos a Chepkitale; acabamos de terminar el baile de bienvenida”.

Su aldea acoge el primer Taller de Extensión Regional de África, un evento de aprendizaje horizontal entre Pueblos Indígenas Africanos y comunidades locales, realizado en el marco del proyecto Caminos de Transformación.

Es una excelente oportunidad para hablar sobre el arte de tejer cestas, liderado por mujeres del pueblo Ogiek.

“Desde tiempos inmemoriales, hemos usado estas cestas para recoger nuestra comida. ¡Ahora voy a poner mi granito de arena, mira!”

Cada mujer pone su “granito de arena” en la cesta, un pequeño puñado de paja, para simbolizar la contribución de cada miembro a la comunidad. Créditos de la foto: Susana Núñez Lendo/FPP

Las cestas de la foto están hechas de bambú, recolectado en el borde de un bosque de bambú donde pastan majestuosos elefantes, no lejos de la aldea.

“Siempre hemos usado las cestas para llevar productos al mercado y las intercambiamos allí, pero ahora también hemos empezado a usarlas como cubos de basura. Así, evitamos el uso de bolsas de plástico o envases que contaminan la aldea. […] En esta comunidad, hemos demostrado que sabemos mejor que nadie cómo conservar y progresar. Hemos heredado este medio ambiente y lo protegemos. Nuestros hombres recogen miel; nosotras, con nuestras vacas, obtenemos suficiente leche, la vendemos, ganamos dinero y enviamos a nuestros hijos a la escuela.”

Cuando los Ogiek fueron desalojados por la fuerza, el bosque y los elefantes dejaron de estar protegidos por ellos: en cambio, el bosque fue destruido por la quema de carbón y la tala para cultivar, y los elefantes se vieron amenazados por los cazadores furtivos y la destrucción de sus hábitats.

Durante nuestra visita, las mujeres tejieron cestas juntas como familia en sus tierras ancestrales, compartiendo historias, aprendiendo juntas, riendo y viviendo en armonía con la tierra.

Las palabras de Janet son un testimonio de cómo sus medios de vida tradicionales permiten a la comunidad proteger sus tierras ancestrales, así como conservar sus conocimientos tradicionales mientras se adaptan a un mundo cambiante. Esto contrasta marcadamente con quienes están intentando controlar la tierra, destruyéndola en su afán de lucrar con ella.

Los Ogiek, como cazadores-recolectores, usan cestas hechas de plantas para recolectar frutas, bayas y otros. Janet Chemtai añade simbólicamente su parte a la cesta de bambú, representando la tradición recolectora de su pueblo. Créditos de la foto: Susana Núñez Lendo/FPP